viernes, 22 de noviembre de 2013

3. ¿A DÓNDE VAS CON ESO?

Pues mucho más lejos de lo que todos los cajeros de todas las oficinas de todos los bancos que no quisieron cambiarme la calderilla se imaginaban.

Porque no era plan viajar con catorce kilos de chatarra en la maleta. Menos mal que mi amigo Dan, que no es cajero pero que siempre lleva encima un fajo de billetes grandes atados con una goma, me hizo el favor de quedarse con las monedas.

Porque este viaje, aunque parezca mentira, salió de unos botes de conserva.

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